Última función del sábado por la noche para Matando Cabos y la sala estaba sólo a medio llenar. Ni la promesa de un coche destruyéndose en medio del Estadio Azteca, ni las tetas de la Talancón (que ni siquiera se ven) pudieron llenar la sala. La "escena de acción más cara de la historia del cine mexicano" resultó ser menos espectacular que cualquier choque de las películas de Locademia de Policía (¿oyeron que van a filmar una nueva entrega?) o La Venganza de los Nerds. Es más, creo que hace unos días vi un stunt más espectacular en una película de Bud Spencer y Terence Hill.
El guión, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. El hijo bastardo que nace de una orgía entre Tarantino, Guy Ritche, Luc Besson y El Santo. Todos borrachos hasta los codos y metiéndose ácidos. El problema es que este homenaje a las películas de personajes pintorescos, one-liners y enredos llegó diez años tarde.
El director hace lo mejor que puede con el material y los actores. Tony Dalton es algo así como si Jim Carrey y Cepillín tuvieran un hijo. Kristoff es menos malo. Ana Claudia Talancón pues... eye candy, y poco más. Los buenos son los malos (ajá, ¿y eso cómo?) y los mejores, Máscarita y El Caníbal, a pesar de que están muy desaprovechados.
El soundtrack es una extensión de los de Sin Ton ni Sonia y Nicotina (las dos, por cierto, mucho mejores películas que ésta). ¿Es necesario incluir a los Ángeles Azules en todas las bandas sonoras? ¿Realmente era necesario ese intermedio musical que recuerda a las películas mexicanas de los 50's? La lista podría continuar.
Lo mejor: la escena en la que Mascarita ataca a Nico en la calle, con la música del Cascanueces de fondo. Un momento clásico en una película más bien intrascendente.
Lo malo: que todavía no se sepa hacer buen cine palomero en México.
En el aire: la escena de sexo entre El Caníbal y Jaqueline Voltaire. ¿Genio o locura?
18 jul 2004
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario