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Carlos Reygadas:
"Siempre quise hacer cine, pero eso no implicaba que sintiera que debía estudiar para ser cineasta, me deprimen las escuelas de cine, odio lo que es el ambiente de los foros; de niño me llevaron a ver cómo se hacía El chavo del ocho y casi me dio un síncope, desde entonces todo ese ambiente me es muy depresivo. Yo no quería hacer eso, pero me gustaba muchísimo el cine, así que decidí que algún día iba a hacer una película, así como muchos dicen voy a escribir un libro, y de pronto me di cuenta que ese día lo sentía ya muy adentro, que era hacerlo ahora o quizás nunca, así que decidí dejar lo que estaba haciendo, que me sigue apasionando, el derecho internacional público, pero sentí que debía hacer algo más allá de eso. No fue fácil, fue algo muy radical, dejar atrás una estabilidad en muchos sentidos, yo no tenía ni idea si tenía el menor talento para hacer cine, a lo mejor iba a darme en toda la torre, yo no tenía miedo, porque de ser así no hubiera podido, pero sabía que estaba tomando una decisión delicada. Hubo una gota que me ayudó muchísimo a derramar el vaso, lo que tengo que agradecer a la burocracia y al Servicio Exterior Mexicano, que fue uno de los lugares más deprimentes que he conocido en mi vida, salí corriendo a los cuatro meses y eso fue lo que me hizo darme cuenta de que no iba por buen camino si seguía ahí. Me deprimió muchísimo darme cuenta de que los funcionarios, con sus notables excepciones, son servidores de una idea romántica de la nación."
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